Fotografía: Saul Leiter |
No tengo pocos años, pero tampoco demasiados.
La edad perfecta, dice el recuerdo,
para empezar a escribir frases subordinadas.
Yo amé a un muchacho comunista
en aquellos años en que Marcelo Mastroianni huía a Rusia
y La Mangano ocultaba el dolor
entre el guipur de una estilosa camisa blanca.
Entonces era el tiempo de las reinas del baile.
Todas querían ser guapas y enseñar en los recreos
el botín de guerra de las tardes de discoteca.
Yo, en cambio, quería al héroe.
Ese chico de ojos horizontales y profundos
que hacía cola para ver películas subtituladas
en cines que nunca olerían a palomitas,
mientras hablaba de huelgas de estudiantes.
¿Cuántos minutos habrán pasado desde aquel “llámame luego”
en clase de filosofía?
Quizás logre descubrirlo si le saco brillo
a la fecha de caducidad de los espejos
o a un teléfono limpio de nicotina
que me habla de ese chico miope
que le entregó la voz a muchas noches de vodka
y cigarrillos rubios.
Lo anuncia como un poeta y me pregunta
por qué sigo sin fumar.
Podría haber pensado una respuesta fácil,
pero la conjugación del recuerdo
es una ecuación de segundo grado
y yo siempre fui de letras para las cosas del amor.
SONIA R. FIDES
El poema pertenece al poemario “Mirar y ser mirada”
Premio Nacional de Poesía Nicolás del Hierro 2006.
No conocía a Sonia R. Fides.
ResponderEliminarEs un poema como si fuera una historia.
Agradable descubrimiento.
para mi, casualmente, también lo fué. Un abrazo Sr. Kenit
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