AMOR ANIMI ARBITRIO SUMITUR, NON PONITUR.
Elegimos amar, pero no podemos elegir dejar de amar.

Publio Sirio

SiempreConmigo...

domingo, 27 de noviembre de 2011

LA TREGUA / Mario Benedetti


Miercoles 10 abril
Avellandeda tiene algo que me atrae. Eso es evidente, pero ¿qué es?




Martes 16 de abril
Sigo sin averiguar qué es lo que me atrae en Avellaneda. Hoy la estuve estudiando. Se mueve bien, se recoge armoniosamente el pelo, sobre las mejillas tiene una leve pelusa, como de durazno. ¿Qué hará con el novio? O mejor ¿Qué hará el novio con ella? ¿Jugarán a la parejita decente o se calentarám como cualquier hijo de vecino? Pregunta clave para un servidor: ¿Envidia?

Sábado 20 de abril
¿Estaré reseco? Sentimentalmente, digo

Lunes 29 de abril
Aproveché la soledad y la escasez de trabajo para charlar un rato con Avellaneda. Hace unos cuantos dias que la notao apagada, casi triste. Eso si, le sienta la tristeza. Le afila los rasgos, le pone los ojos melancólicos, le hace más joven aún. Me gusta Avellaneda, creo que ya escribí esto alguna vez. Le pregunte qué le pasaba. Se acercó a mi mesa, me sonrió (qué bien sonríe), no dijo nada. "Hace unos cuantos dias que la noto apagada, casi triste", le dije, y a fin de que mi comentario tuviera el mismo equipo de palabras que mi pensamiento agregué, "Eso si, le sienta la tristeza". No lo tomó como un piropo. Solo se le alegraron los ojos melancólicos y dijo "Usted es muy bueno, Sr Santomé. ¿Por qué el "Señor Santomé", Dios mio? Habia sonado tan bien la primera parte. El Señor Santomé me recordó mi casi cincuentena, apagó inexorablemente mis humos, y solo me restaron fuerzas para preguntarleen tono fallutamente paternal: "¿el novio?". A la pobre Avellaneda se le llenaron los ojos de lágrimas, sacudió la cabeza en un gesto que parecia una afirmación, balbuceó un "perdon" y salió corriendo hacia el cuarto de baño. Yo quedé por un rato sin saber qué hacer delante de mis papeles; creo que estaba conmovido. Me sentí agitado, como hace mucho no me sentia. Y no era la nerviosidad corriente de alguien que ve a una mujer llorando o a punto de. Mi agitación era mía, solo mía; la agitación de asistir a mi propia conmoción. De pronto se hizo la luz en mi propio cerebro: ¡Entonces no estoy reseco!. Cuando regresó Avellaneda, ya sin lágrimas y un poco avergonzada, yo todavía estaba disfrutando egoistamente de mi novel desscubrimiento. No estoy reseco. No estoy reseco. Entonces la miré con gratitud, y como en ese momento regresaban Muñoz y Robledo, ambos nos pusimos a trabajar como obedeciendo a un secreto acuerdo

Jueves 2 de mayo
No quise hablar con Avellaneda. Primero, porque no quiero asustarla. Segundo, porque no sé realmente que decirle. Antes tengo que saber con precisión qué me está sucediendo. No puede ser que, a mis años, aparezca de repente esta muchacha, que ni siquiera es definidamente linda, y se convierta en el centro de mi atención. Me siento nervioso, como un adolescente, eso es cierto, pero cuando miro mi piel que empieza a aflojarse, cuando veo estas arrugas de mis ojos, estas varices de mis tobillos, cuando siento por las mañanas mi tos vejancona, absolutamente necesaria para que mis bronquios empiecen su jornada, entonces ya no me siento adolescente, sino ridículo.
...

Martes 7 de mayo
Hay dos procedimientos para abordar a Avellaneda: a) la franqueza, decirle aproximadamente "Usted me gusta, vamos a ver que pasa"; b) la fallutería, decirle aproximadamente "Mire, muchacha, que yo tengo mi experiencia, puedo ser su padre, escuche mis consejos". Aunque parezca increible, quizá me convenga mas el segundo. Con el primero arriesgo mucho y además todo está aún demasiado inmaduro. Yo creo que hasta ahora ella ve en mí a un jefe mas o menos amable y nada mas. Sin embargo, no es tan jovencita. Vienticuatro años no son catorce. En una de esas es de las que prefieren  los tipos maduros.
...
Antes de que le hable no puedo saber nada. Todo son cuentos que me hago. Es cierto, que a esta altura, estoy un poco aburrido de las citas a oscuras, de los encuentros en amuebladas. Hay siempre una atmósfera enrarecida y una sensacion de inmediatez, de cosa urgente, que pervierte cualquier clase de diálogo que yo sostenga con cualquier clase de mujer. Hasta el momento de acostarme con ella, sea quien sea, lo importante es acostarme con ella ; despues de hecho el amor, lo importante es irnos, volver cada uno a su cama particular, ignorarnos para siempre. En tantos y tantos años de este juego, no recuerdo ni una sola conversacion reconfortante, ni una sola frase conmovedora (mía o ajena) de esas que están destinadas a reaparecer después, quién sabe en que instante confuso, para terminar en alguna vacilacíón, para decidirnos a tomar una actitud que requiera una dosis minima de coraje. Bueno, esto no es totalmente cierto. En una amueblada de la calle Rivera, debe hacer unos seis o siete años, una mujer me dijo esta frase famosa: "Vos hacés el amor con cara de empleado"

Jueves 9 de mayo
En la oficina no puedo hablarle. Tiene que ser en otra parte. Estoy estudiando su itinerario. Ella se queda a menudo a comer en el Centro. Almuerza con una amiga, una gorda que trabaja en London Paris. pero después ella se separa y va a tomar alguna cosa en un cafe de Veinticinco y Misiones. Tiene que ser un encuentro casual. Es lo mejor.

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