AMOR ANIMI ARBITRIO SUMITUR, NON PONITUR.
Elegimos amar, pero no podemos elegir dejar de amar.

Publio Sirio

SiempreConmigo...

domingo, 10 de junio de 2012

William Styron / ESA VISIBLE OSCURIDAD


"Mi malsana tristeza, una marea tóxica e inenarrable, una forma de tormento, un trance de malestar supremo, el desvalido estupor, la vejación del insomnio, una forma de repudio derivado del autoaborrecimiento (distintivo señero de la depresión), ese lóbrego y tenebroso talante del color del verdín, el cataclismo inmediato que conmovía mi ser, la voz de la depresión, mi asedio, la espiral descendente, inmensa y dolorida soledad, una tormenta de tinieblas, gris llovizna de horror, la muerte soplando sobre mí en frías ráfagas, la desolación, el horror como una niebla compacta y venenosa. Se ha desvanecido cualquier sentimiento de esperanza, toda idea de futuro, es la desesperación lo que apabulla mi alma, una situación de herido ambulante que vive pegado a su lecho de clavos dondequiera que vaya, moviéndose de tortura en tortura, ordalías indistinguibles de nebuloso horror, este suplicio sin fondo, un simulacro de todo el mal de nuestro mundo, la desesperación más allá de la desesperación. "

   WILLIAM STYRON  (EEUU, 1925-2006)
   Novelista estadounidense galardonado con el Premio Pulitzer por su novela Las confesiones de Nat Turner (1967). Nació en Newport News (Virginia), y estudió en la Universidad Duke. Se crió en el sur del país, y su lúcido tratamiento de los temas sureños sugiere la influencia de autores como William Faulkner. La primera novela de Styron, Tendidos en la oscuridad (1951), se ocupa de la desintegración de una familia sureña de clase media. Su obra maestra, Las confesiones de Nat Turner, en cuya planificación trabajó durante muchos años antes de ponerse a escribir, es la crónica de una revuelta de esclavos negros que tuvo lugar en 1831. La obra, que suscitó una notable controversia, recibió el Premio Pulitzer en 1968. Styron escribió también La larga marcha (1953), una novela ambientada en un campo de entrenamiento militar; Esta casa en llamas (1960), un relato sobre la vida de los soldados estadounidenses en Italia tras la II Guerra Mundial, y La decisión de Sophie (1979) -National Book de 1980,  un gran éxito de ventas sobre el nacimiento de una amistad entre un joven escritor sureño y una polaca superviviente de Auschwitz. En 1990 publicó Esa visible oscuridad, donde narra su lucha personal contra la enfermedad mental. Una mañana a la orilla del mar: Tres relatos de juventud (1993) está basada en los momentos dolorosos de su infancia.

   A mitad de camino en la breve pero profunda andadura de Esa visible oscuridad, William Styron apunta: “Un fenómeno que cierto número de personas ha señalado en la depresión profunda es la sensación de estar acompañado por un segundo yo, un observador fantasmal que, al no compartir la demencia de su doble, es capaz de contemplar con desapasionada curiosidad cómo lucha su compañero contra el desastre que se acerca, o de enfrentarse a él”.
   Entre un extremo y otro Styron procura averiguar no sólo cómo se metió en ese pozo sino acaso lo más importante: cómo y cuándo y para qué lo cavó.

   Styron pide para los pacientes depresivos una consideración similar que la que se dispensa al paciente terminal, erradicando cualquier reproche hacia su conducta -de la que no son más responsables que un canceroso de su tumor- y rechaza el tratamiento cicatero de los síntomas de angustia y del INSOMNIO "un rasgo particularmente devastador de la depresión (...) la más angustiosa de todas las perturbaciones de la vida vegetativa", como venía sucediendo con el uso de la morfina hasta ahora mismo.
  Como en el verso de Baudelaire, tras la lectura de este libro tal vez podamos decir:  "He sentido el viento del ala de la locura".  A pesar de la dificultad de la tarea, el autor es capaz de encontrar los términos más sugestivos que poco a poco conforman la experiencia depresiva.
  Styron parece mucho más cerca de las secas palabras casi finales de Hemingway (“Ya no me sale”) que de todo gesto artístico. Aquí, a Styron sólo le interesa informarnos –con las palabras justas– de cómo fue que entró y salió y sobrevivió para contarlo. “Mi cerebro, esclavo de sus descontroladas hormonas, había llegado a ser menos un órgano de pensamiento que un instrumento para el registro, minuto a minuto, de los distintos grados de su propio sufrimiento”.
 
Éste es un libro muy triste con un final apenas feliz. Por más que la biografía ya citada de West cerrara con una breve nota donde se nos informaba que “Styron continúa dando sus paseos diarios con paso firme y, a los 72 años, sigue siendo innovador y productivo”, el escritor ya no publicó nada más que artículos sueltos, algún cuento, ninguna gran novela.

ESA VISIBLE OSCURIDAD.
Memoria de la locura. 
William Styron
   En la última página, Styron evoca a Dante y casi se disculpa a la vez que insinúa un ya no me pidan más de lo que he dado, que lo que ahora quiere es descansar en paz bajo las estrellas: “Para aquellos que han vivido en la selva oscura de la depresión, y conocen su inexplicable agonía, su regreso del abismo no es diferente del ascenso del poeta, recorriendo más y más arriba, el camino de salida de las negras profundidades del infierno para finalmente emerger a lo que él llama ‘el brillante mundo’.
  Allí, quien haya recobrado la salud, ha recobrado casi siempre el don de la serenidad y la alegría, y tal vez ésta sea recompensa suficiente por haber soportado la desesperación más allá de la desesperación”


   "De modo que, si la teoría del duelo incompleto es válida, y yo creo que lo es, y si también es cierto que en lo más profundo de una conducta suicida uno continúa debatiéndose subconscientemente con una pérdida inmensa, a la vez que intenta superar todos los efectos de su devastación, el hecho de haber evitado el suicidio puede ser considerado como un tardío homenaje a mi madre. Sé que en las horas que precedieron al rescate de mí mismo, cuando escuchaba el pasaje de la Rapsodia para contralto* -que le había oído cantar a ella- , estuvo muy presente en mis pensamientos." 
(Fuente: lacomunidad.elpais.com)

 " ¡ Me ha sucedido tantas veces en mi vida, eso de despertarme con la sensación de haber perdido algo importante ! ”  - La decisión de Sophie


W.STYRON, la desesperación más allá de la desesperación

Styron, siente la necesidad de "formular una enérgica protesta de la palabra DEPRESIÓN".

MELANCOLÍA sería "una palabra mucho más apta y sugerente para las formas más funestas del trastorno ".  Explica cómo nuestra sociedad necesita desterrar tanto éste como otros "ásperos vocablos antiguos: ...insanía, melancolía, lunático, locura".  

El subtítulo de esta obra se justifica más adelante cuando afirma que "no se dude jamás que la depresión, en su forma extrema es locura" (p.75), coincidiendo con lo que ya dejara escrito Cervantes en el últimocapítulo de su Quijote, con palabras puestas en boca de Sancho :

"La mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir , sin más ni más, sin que nadie le mate, ni otras manos le acaben que las de la melancolía".
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4 comentarios:

  1. un pequeño paso para alcanzar una cuerda y ser péndulo, muchos así

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  2. Me quedo con las ultimas palabras de Sancho :) Porque la mayor locura realmente es dejarse morir...

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  3. El sueño es un anhelo que a veces se convierte en un tormento. Hay situaciones en que sueños vívidos se convierten en terrores nocturnos, de tal modo que volver a dormir es algo que se rehuye, no se sabe quien aparecerá en el siguiente sueño intentando qué.

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  4. convertir la vida o los sueños en tormentas o no, depende de muchos factores, pero todos giran alrededor de nosotros mismos, de nuestra salud y de nuestra actitud... Besin :)

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