Estos poemas los desencadenaste tú,
como se desencadena el viento,
sin saber hacia donde ni por qué.
...Son dones del azar o del destino,
que a veces
la soledad arremolina o barre ;
nada más que palabras que se encuentran,
que se atraen y se juntan
irremediablemente,
y hacen un ruido melodioso o triste,
lo mismo que dos cuerpos que se aman.
Angel Gonzalez.
Otoños y otras luces. 2001.